El otro día le ofrecieron trabajo en radio a una amiga. Cuando le pidieron que recomendara a alguien para que fuera su dupla, sugirió mi nombre, a lo que le respondieron: “¿Pero él no es tartamudo?”.
Pues eso, que soy tartamudo y Colombia no está lista para uno en radio o televisión, porque somos un país retrógrado y de derecha, conservador y atrasado, por eso carecemos sentido del humor, no fabricamos carros, ni tenemos ferrocarril, ni estamos en la OTAN. No es que dándome un chance quedaríamos instalados automáticamente en el primer mundo, pero sería uno de esos gestos que llaman “De buena voluntad”.
Ser tartamudo en Colombia es como ser negro en Estados Unidos hace 60 años: tiene uno todas las de perder y nadie lo defiende. O mejor, como ser negro en Colombia hoy, víctima de una especie de segregación soterrada. ¿A cuántos negros habrán descalificado para presentar un noticiero o salir en un comercial solo por ser negros? “¿Pero él no es negro?”, habrán murmurado entre ellos, mientras al aspirante le daban mil razones, menos la real, de por qué no lo habían escogido. Recuerdo que una vez, cuando era el goleador del Bayern Munich, le preguntaron a Adolfo Valencia si había sentido racismo en Alemania, a lo que respondió que se había sentido más discriminado en Colombia.
Lea aquí la entrada completa