lunes, 19 de agosto de 2013

Sus problemas y los míos

Yo quiero que mis problemas sean los del Presidente porque es la única forma de que las cosas funcionen. Cuando lo operaron de la próstata en tiempo récord, se sintió tan mal de que le fuera tan bien en un país donde la salud no funciona que prometió reformas al sistema y hacer de este uno de los mejores países del mundo en la materia.

Una de las pocas cosas que nos une a los colombianos es el odio a Claro por la mala señal de sus celulares, pero el tema pasó de clamor popular a asunto de Estado cuando afectó a Santos, que pidió a su ministro que tomara medidas al respecto. Igual con el paseo millonario: cientos de paseos millonarios se producen cada día, pero tocó que la víctima fuera un agente de la DEA para que la justicia actuara en tiempo récord: ocho capturas en una semana. Muy mal un país que se mueve por los extranjeros y deja morir a los suyos (pasó lo mismo con el robo a los jugadores del Sevilla en Medellín).

Necesitamos entonces que a Santos le roben el celular en la calle a ver si se acaba el raponeo, y que abusen de un menor cercano a él para que solucionen el caso de la niña de doce años a la que torturaron, desmembraron e incineraron en Tunja y que ya va para el año de impunidad.

A mí me serviría que el Presidente tuviera problemas de humedad y obligara a las inmobiliarias del país a cumplir con sus responsabilidades; de golpe la mía haría caso y arreglaría la del techo mi cuarto, que no me deja vivir. Aunque más que eso, apreciaría que Santos se volviera freelancer, a ver si nos da un respiro a los que vivimos de pasar cuentas de cobro.

Parece que la reforma tributaria nos jodió a todos (menos a los ricos). Hay que sacar el nuevo RUT, pero la página de la Dian vive caída, así que toca mamarse una fila tan descomunal que va a salir en la segunda parte de la Biblia; hay que volverse experto en saber si uno es persona natural o jurídica, si pertenece al régimen simplificado o común y si los ingresos del año gravable anterior alcanzaron o no los 4.073 UVT. Certificación bancaria, fotocopia de la cédula (a veces al 150%), formato de proveedores y copia del pago a los aportes sociales que correspondan al ingreso que uno devenga, así un freelance nunca facture lo mismo. 

Y si usted es empleado y ya tiene la salud y la pensión cubiertas porque su empleador las paga, no importa, si le sale un trabajito extra hay que volver a cotizar de acuerdo a lo que le hayan pagado. Lo bueno de eso, supongo, es que si uno se enferma lo atienden dos veces en urgencias.

El problema de la burocracia en países subdesarrollados como éste es que casi siempre prima sobre el sentido común: la gente del chance le debe 39 mil millones al sector salud, pero el Gobierno se ensaña con los freelancers que cotizamos dos mínimos, a veces uno cuando hay poco trabajo. Y es triste, porque uno estudió periodismo para no pertenecer al sistema, pero como están las cosas, el romanticismo que da vivir de las palabras se va al carajo a la tercera cuenta de cobro devuelta.

A Esperanza Gómez, estrella del porno mundial, la colombiana que más lejos ha llegado en Hollywood (así le duela a Sofía Vergara), nunca se la han follado como nos están follado a los que vivimos del freelance. Así que mando este artículo, paso la cuenta de cobro respectiva y ahogo mis penas viendo su última película porque la paja, y no el amor, es la respuesta a todo.