Yo era feliz con el Playstation 3 hasta que un día me dio por hacerme al 4, pensando que iba a ser feliz, y terminé en un alto nivel de amargue.
Por partes.
No suelo salir como loco a comprar un objeto tecnológico recién lanzado porque no creo que eso sea la felicidad. El Play 3 lo vendí en una sola tarde porque era víspera del 24 de diciembre y me salió comprador en cuestión de horas. Salí de él antes de que se convirtiera en pieza de museo, que fue lo que me pasó con el Playstation 2, que terminé regalándolo.
El punto es que vendí el Play 3 para comprar el Play 4 y ahora el 4 no se encuentra por ningún lado. Lo agotaron los gamers, que parecen no tener vida más allá de una consola (yo tampoco, pero lo disimulo), y toda esa gente que cada vez que sale un nuevo iPhone se pone a hacer fila dos días antes, y luego, cuando abren las puertas de la tienda, causa destrozos y muere aplastada.
Pero yo no soy de esos y compro todo tarde: el Play 1 lo tuve en 2001, cuando ya habían lanzado el 2; al 2 llegué en 2004 y al 3, en 2010 (lo habían lanzado en 2006). Es más, eso de que lo compré es un decir. En realidad me lo gané en Ktronix, donde a cada 50 clientes le dan el 50% del valor de su compra. Había ido yo por un computador nuevo (que es lo que me da de comer) y cuando espiché el botón de descuento sonó la sirena de la caja. Y justo el Playstation 3 con dos controles y un juego costaba la mitad del valor del computador desde el que escribo esta nota. Señales que a veces manda la vida, supongo.
Pero con el Playstation 4 decidí ser de los primeros en tenerlo, y me lancé por toda la ciudad, pero nadie lo tenía. Uno a uno iban cayendo todos: Falabella, la Panamericana, el Éxito, hasta la tienda Sony, marca que produce la consola, donde me dijeron que no les llegaba sino hasta marzo de 2014. ¿Cómo es posible que saquen un producto y se agote? ¿Lo harán a drede para que no se perratee rápido y la gente lo desee más, o será mala planificación?
Apenas el vendedor de Sony me dijo lo de marzo me descompuse, empecé a sudar frío y a sufrir de ataques de pánico, como si tuviera el síndrome de abstinencia de un drogadicto. Tan desesperado estuve que hasta pensé en encargarlo a Estados Unidos vía internet, que yo por internet no compro nada porque no creo en él. Al final me abstuve porque con impuestos y envío salía a lo mismo que adquirirlo en Colombia.
Durante unas semanas la decepción fue indescriptible. La televisión y los libros no alcanzaban, la familia no era la respuesta. Suena exagerado, pero juro que así fue. De golpe usted no es de esos, pero pasa que cuando uno ha tomado la decisión de renunciar a las personas, cosas como un Playstation son las que le dan sentido a la vida. En mi caso, ese juguete es el que me evita hacer cosas que no debo, como comer de más, conocer gente nueva y gastar plata en viajes a sitios que en realidad no quiero conocer, como París. La gente que va a París no sabe lo que está haciendo. Es una gran terapia el Playstation, hasta me hizo olvidar que existe el helado de chocolate. Y es raro, porque uno ve esos adictos a los videojuegos en Estados Unidos y son todos gordos.
Ahora me entero de que el Play 4 viene con un solo control, y que FIFA 14 no trae la opción de jugar ligas y copas nacionales en modo offline. Lo hacen, supongo, para que todo se mueva por internet y así puedan tener ellos el registro de toda persona que juega, y de paso poder vender más consolas y más juegos. Entonces entre el nuevo Play, un juego y el control extra, se gasta uno algo así como tres salarios mínimos legales del año 2014, de esos que tanta indignación causaron en diciembre del año pasado.
Lo dicho, por muy bueno que sea, las consolas de video son juguetes para gente sola, triste y gorda. Para mí solo aplican los dos primeras condiciones.
Publicada en la edición de enero de la reviste Enter. www.enter.co
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