Quiero decirle a la gente que DirecTV que me dañó la vida. Compró la exclusividad de la liga inglesa y me dejó desparchado los fines de semana. Porque a mí ni el sexo, ni viajar, ni comer, ni dormir, ni leer, ni escribir me hacen tan feliz como el fútbol. También tiene las ligas de España y Colombia, pero esas sí se las regalo. La española es aburridísima, con dos equipos goleando a todo el mundo, mientras que la de acá es invendible. ¿Quién quiere ver un torneo con Envigado, Itagüí, Patriotas, La Equidad, Fortaleza, Alianza Petrolera y Uniautónoma?
También se compraron el Mundial y la Eurocopa, obligándonos a quienes no estamos suscritos a su servicio a ver los juegos por los canales nacionales, que bien malos que son. La Euro del 2008, por ejemplo, la transmitió FOX y fue una belleza, llena de comentarios acertados y medidos, mientras que la del 2012 se vio por Caracol y RCN, donde tuvimos que soportar a Hernández Bonnet, al ‘Cantante del gol’, a William Vinasco y a Adolfo Pérez, que después de Hitler y Zableh es el peor Adolfo que ha conocido el mundo.
Detrás de la operación hay una danza de millones que a los usuarios rasos de la televisión cerrada no nos cabe en la cabeza y la única opción es acatarla y quedarnos con el operador que tenemos ahora, o cambiarnos a DirecTV para dejar de llorar.
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