jueves, 24 de abril de 2014

La figurita más difícil

Yo hacía el álbum del mundial de fútbol hasta que fue útil, es decir, 1994. Los dos primeros, 1978 y 1982, me los llenó mi madre porque yo no tenía edad para andar en esas; de los del 86, 90 y 94 me encargué personalmente. Los guardaba en el cajón de la mesa de noche y los miraba cada tanto porque, repito, entonces eran útiles. Se aprendía uno la cara del jugador, fecha y lugar de nacimiento, y el equipo y la posición donde jugaba y quedaba dateado. Y si uno era juicioso y se memorizaba todo, podía ganar las discusiones de fútbol de cada cuatro años con los amigos.

Pero llegaron la televisión por cable y el internet y putearon todo. Para Francia 98, llenar el álbum carecía de sentido. Primero, no tenía un centavo porque mis padres habían quebrado y yo de vainas podía ir a la universidad. Entonces no me iba a gastar la plata de las fotocopias en unas laminitas bobas (mentira, nunca saqué fotocopias en la universidad). 

Además, tenía remordimiento por lo hecho con el Panini de Estados Unidos 94, que no me lo gocé porque lo llené en tres días luego de comprarme caja y media de un solo viaje. Una vez los Zableh Durán quebramos, año y medio después, yo pensaba que de no haber botado esa plata hubiéramos tenido para pagar al menos un recibo de servicio público.

Lea aquí la entrada completa