jueves, 22 de mayo de 2014

Te escribo desde un café

No suelo escribir en lugares que no sean mi casa, pero la semana pasada se cayó el internet el día que tenía que mandar un artículo, así que me fui al café más cercano a terminarlo. Y el más cercano era un Juan Valdez.

Muy deprimente ir a un sitio de esos, llámese Juan Valdez o como sea. Para empezar, lugares así tienen un ambiente todo cool con su musiquita y su decorado que termina siendo es culo. Hacen todo para que los clientes nos sintamos cómodos, como si estuviéramos en Nueva York, cuando en realidad esta ciudad es Kabul. Los cajeros tratan de ser todos amables, y por esa amabilidad, que además se nota que es falsa porque muy bien no deben ganar y les debe saber a mierda atender a un cretino detrás de otro, se demoran de 15 minutos por cliente. Encima le preguntan a uno que si tiene la tarjeta Club de amigos. ¿Qué carajos es eso?, si en este mundo nadie es amigo de nadie, y menos de una gran corporación que factura millones. Yo acabo de montar una empresa y lo que quiero es clientes, plata. Mis amigos ya los hice hace rato.

Cuando llegó mi turno pedí un pastel de pollo, fruta picada y una botella de agua (porque qué oso marica tomar agua de la llave) y me preguntaron que si con gas o sin gas. Nuevamente, qué es esa maricada de pedir agua con gas, si el agua con gas es para idiotas. En sitios tipo yupie –hipster la tendencia es tomar agua con gas, llega alguien a pedirla sin gas y lo miran como si le faltara mundo.

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